Cicerón, considerado como uno de los mejores oradores de todos los tiempos, definía el arte de la oratoria como la capacidad para complacer, emocionar y convencer a través de la palabra. He aquí 8 consejos para ayudarte a reforzar tu elocuencia.
Contrariamente a lo que se cree, la forma no lo es todo cuando deseamos convertirnos en un gran orador. Dominar el tema con antelación es uno de los requisitos previos necesarios para convencer a un auditorio. La elocuencia es el fruto de un importante trabajo de fondo previo.
La mejor manera de transmitir un mensaje y no perder el hilo de la argumentación es estructurar el discurso. Es preciso saber atraer la atención del auditorio (gracias al «storytelling»: a técnicas narrativas, anécdotas, metáforas) y generar emociones (sorpresa, alegría, curiosidad).
Para ser elocuente, es preciso saber también a quién nos dirigimos (compañeros, clientes, superior jerárquico). Presta atención al vocabulario empleado (evitar el argot, la jerga y expresiones familiares). El lenguaje empleado debe ser correcto y preciso.
Para complacer al público, inspirar emoción y convencerlo, también es preciso recurrir a la personalidad, el físico, la imagen que proyectamos, tener confianza en uno mismo y mostrarse sincero, en lugar de buscar la imitación.
Aprender a colocar la voz es una de las técnicas que permite potenciar la elocuencia. Esto implica colocar la voz, respirar, controlar el ritmo, recuperar el aliento, articular. Asistir a clases de teatro puede resultar de utilidad para dominar esta técnica. Los buenos oradores también saben controlar los silencios. Los abogados suelen decir con frecuencia: «No hay mejor manera de tomar posesión de la palabra que empezar con un silencio». »
Además de la respiración, es preciso controlar la postura, manteniendo una posición erguida y bien asentada sobre el suelo. Presta atención a tus gestos. Por último, no olvides mirar a tu audiencia.
Podrás identificarlas realizando grabaciones mientras hablas o solicitando la opinión de otra persona. A continuación, presta atención a eliminar los «ehhh», «hummm» y otras muletillas que utilices al hablar.
No dudes en prepararte: puedes practicar delante de un espejo, grabarte en vídeo o dar el paso y tomar la palabra en público, delante de una audiencia compuesta por algunas personas de confianza.