Close
Según Vincent Lenhardt, cualquier grupo de personas que forma un equipo pasa por diferentes etapas de maduración. Mientras más alta es la etapa, más alto es el rendimiento del equipo.
Es la etapa inicial de un equipo: las personas no trabajan juntas en realidad. El desarrollo del equipo, principalmente, se centra en las competencias y la experiencia técnica de cada uno. Existen pocos intercambios y autonomía, lo que aumenta la competición entre los integrantes del equipo. Prevalece la realización de los objetivos personales. La capacidad de resolver problemas complejos es baja.
Para pasar a la etapa 2, es necesario que los integrantes del equipo den prioridad al desempeño colectivo sobre el individual.
En esta etapa, las personas se centran en el grupo y las relaciones dentro de él. Para mejorar el desempeño colectivo, se desarrolla la escucha dentro del equipo y se intenta mejorar su funcionamiento de manera constante. Las individualidades se disipan poco a poco a favor del equipo. Los colaboradores son autónomos, toman iniciativas espontáneamente y resuelven juntos los problemas difíciles.
Según Vincent Lenhardt, esta es la etapa final del funcionamiento de los equipos. En esta etapa, el equipo se guía por una visión común. Los colaboradores son impulsados por el sentido que se les da. Además, cada persona tiene una visión holomorfa del equipo: cada uno es parte del equipo y, al mismo tiempo, representa a todo el equipo. En otras palabras, cada uno conoce su función y cada elemento se convierte en un eslabón fundamental para el funcionamiento general del equipo.
El paso del grupo solidario al equipo eficiente y solidario supone renunciar a que la relación se sitúe en primer lugar y dar prioridad al bien común, la finalidad del equipo.
